Deseo una cita
con Dios. Alguien que me ayude a conseguirla, lo suplico, porque esta vez
necesito verlo, hablarle mientras miro sus ojos.
Deseo una cita con Dios, pues lo que tengo que decirle tiene
que ser en persona, no porque dude de su existencia, tampoco porque piense que
no me está escuchando, pero es urgente que lo vea frente a mí.
Deseo una cita con Dios, ¿quién puede ayudarme a conseguirla?
Un día, una hora, un momento exacto del tiempo. Es imprescindible que lo vea,
para decirle que estoy dispuesta a todo, a hacer lo que él necesite. Necesito
decirle que podría atravesar el desierto del Sahara. Podría morirme de hambre o
de sed. Podría caminar descalza durante toda mi vida y vivir con un dolor que
nunca termine, pero esto no, esto no, por favor.
Deseo
una cita con Dios, para suplicarle que me haga un intercambio, lo que sea estoy
dispuesta a pasar, sentir o ver. Podría renunciar a mi libertad. Incluso podría
vivir el resto de mi vida
en soledad y pelear batallas a muerte, sin miedo, pero esto no, esto
no, por favor.
Deseo una cita con Dios, para arrodillarme ante él e
implorarle que me ahorre este sufrimiento. Quiero decirle que estoy preparada
para el mayor de los sufrimientos, lo que sea que su voluntad requiera. Podría
vivir en la pobreza el resto de mis días, vivir la humillación y la traición
más grande. Podría vivir lejos de mi familia y el hombre que amo y no volver a
verlos jamás, pero esto no, esto no, por favor.
Deseo una cita con Dios, creo que tengo derecho. Él me dio la
vida sin preguntarme si deseaba vivirla, no tuve otra opción que vivir, así que
deseo una y otra vez, una cita con Dios, no descansaré, no desistiré hasta
conseguirla…
TIEMPO DESPUES
-¡Hija mía! Abre tus ojos.
Era su voz, la reconocí al instante, la misma voz de mi corazón.
-¡Dios mío! ¡Eres tú! ¡Realmente eres tú! ¡Me escuchaste! ¡Mi deseo se cumplió! Pero… esto es un sueño, no es real.
-¡Hija!, mírame a los ojos. Los sueños son reales cuando se sueña con el alma. Nunca lo olvides. Yo siempre respondo al llamando de quienes responden al mío, y tú decidiste escucharme, elegiste llevar a cabo tu misión, la misión de amor que yo tenía para ti, sin que nadie te obligara, a pesar de que tu alma ya sabía que no sería fácil. Pudiste haber tomado otro camino, vivir tal vez más tranquila, algo diferente, quizás con menos dolor o sufrimiento, pero con total libertad, elegiste tu camino, tu destino, nadie más lo hizo, solo tú.
-¡Padre! ¡Te lo suplico, te lo imploro! ¡Ayúdame! Decidí escuchar la voz de mi corazón, tu voz. Deseo llevar a cabo mi misión, pero debe haber otra manera, por favor, padre, esto no, es a lo único que le tengo miedo, y ahora está ocurriendo, ¿Por qué, mi Dios? ¿Por qué?
-Porque eso es parte de tu misión: es la manera como podrás conocer, sentir y demostrar el más puro y verdadero amor. Confía, hija, no hay nadie en el mundo que te ame más que yo. Tu alma ha madurado, se ha vuelto fuerte. Estoy muy orgulloso de ti.
-¿Y qué hago con este sufrimiento que no me deja en paz, que me atormenta, me culpa y me castiga a cada momento? ¿Qué hago con estas ganas de llorar a pesar de que ya no me quedan lágrimas por derramar?
-Entonces, llora con sangre, pero debes continuar, solo así el sufrimiento se irá. Debes seguir escribiendo y amando.
-¡Te amo, Dios! ¡Perdóname!
– No tengas miedo de escribir lo que está escrito en tu alma. Ahora despierta, te espera una paloma blanca en la ventana. Abre los ojos y la verás frente a ti.
-¡Hija mía! Abre tus ojos.
Era su voz, la reconocí al instante, la misma voz de mi corazón.
-¡Dios mío! ¡Eres tú! ¡Realmente eres tú! ¡Me escuchaste! ¡Mi deseo se cumplió! Pero… esto es un sueño, no es real.
-¡Hija!, mírame a los ojos. Los sueños son reales cuando se sueña con el alma. Nunca lo olvides. Yo siempre respondo al llamando de quienes responden al mío, y tú decidiste escucharme, elegiste llevar a cabo tu misión, la misión de amor que yo tenía para ti, sin que nadie te obligara, a pesar de que tu alma ya sabía que no sería fácil. Pudiste haber tomado otro camino, vivir tal vez más tranquila, algo diferente, quizás con menos dolor o sufrimiento, pero con total libertad, elegiste tu camino, tu destino, nadie más lo hizo, solo tú.
-¡Padre! ¡Te lo suplico, te lo imploro! ¡Ayúdame! Decidí escuchar la voz de mi corazón, tu voz. Deseo llevar a cabo mi misión, pero debe haber otra manera, por favor, padre, esto no, es a lo único que le tengo miedo, y ahora está ocurriendo, ¿Por qué, mi Dios? ¿Por qué?
-Porque eso es parte de tu misión: es la manera como podrás conocer, sentir y demostrar el más puro y verdadero amor. Confía, hija, no hay nadie en el mundo que te ame más que yo. Tu alma ha madurado, se ha vuelto fuerte. Estoy muy orgulloso de ti.
-¿Y qué hago con este sufrimiento que no me deja en paz, que me atormenta, me culpa y me castiga a cada momento? ¿Qué hago con estas ganas de llorar a pesar de que ya no me quedan lágrimas por derramar?
-Entonces, llora con sangre, pero debes continuar, solo así el sufrimiento se irá. Debes seguir escribiendo y amando.
-¡Te amo, Dios! ¡Perdóname!
– No tengas miedo de escribir lo que está escrito en tu alma. Ahora despierta, te espera una paloma blanca en la ventana. Abre los ojos y la verás frente a ti.
Al abrir los ojos allí estaba la paloma blanca esperándome en
la ventana. “Vuela, paloma, vuela alto”. Mis lágrimas volvieron, pero esta vez
de felicidad.
CON PASIÓN Y SIN MIEDO: Nadie puede explicar por qué ocurren
ciertas cosas. Los designios de Dios son un misterio que se resumen en
infinitas preguntas, con una sola respuesta para todas: el amor. Debemos
confiar a través de la fe. La vida no se trata de una competencia, debemos
aprender a amarnos a nosotros mismos y aceptar lo que la vida nos manda. Todos
somos las estrellas de una gran obra de amor, porque todos fuimos creados con
polvo de estrella. Ama tu vida, eres parte de un maravilloso plan, el plan más
importante.
Con amor, desde Santo Domingo,
Eliana Habalian